domingo, 29 de marzo de 2015

Hace 265 años nació Francisco de Miranda, el más universal de los venezolanos

Francisco de Miranda es uno de los personajes más ilustres de la historia de la humanidad. Su biografía fluctúa entre el mito y la proeza tanto por su personalidad como por su obra.

Nació en Caracas el 28 de marzo de 1750. Era hijo del próspero comerciante Sebastián de Miranda, quien se empeñó en mejorar siempre la situación de su familia pese al rechazo de los blancos criollos por su origen humilde y posiblemente mestizo.
El 25 de enero de 1771, Francisco de Miranda se montó en un barco en el puerto de la Guaira con destino al mundo. Años después, ya habría participado en los tres grandes movimientos de la edad contemporánea: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la guerra por la Independencia de América Latina.


Sus memorias, como las de Giacomo Casanova, ayudaron a agigantar su leyenda, caracterizada por el empeño obsesivo en libertar el continente americano, su arrolladora personalidad y su capacidad para asumir el primer plano en los acontecimientos más trascendentes de la historia.

Cuando Simón Bolívar, Luis López y Andrés Bello llegaron a Londres a entrevistarse con él con intenciones independentistas, se consiguieron a un mercenario que había peleado en el mundo, pero también con un intelectual lleno de ideas.
Francisco de Miranda era dueño de una personalidad arrolladora, tanto que en Europa temían la llegada de su verbo a América, tanto que le bastaba una entrevista para convencer a cualquier persona de cualquier idea, tanto que le chocó al mismo Napoleón Bonaparte que una vez fue a una fiesta ofrecida por el venezolano en Londres.
Por eso cobra vida la historia de que guardaba el vello púbico de sus cientos de mujeres, que era amante de la zarina Catalina de Rusia, o que en Francia era una celebridad entre la gente cuando cayó preso durante El Terror.En todo caso, lo trascendente de Francisco de Miranda es su lucha en la llamada época de las revoluciones: siempre a favor de las causas de cambio, de libertad.

Llegó a Venezuela en 1806 con una bandera, un barco y un grupo de hombres para vender la idea de libertad e independencia. El mismo pueblo lo rechazó. Esa fue una de las constantes de su vida, correr, esconderse, hablar en el momento preciso, escapar incluso de los suyos.


Incomprendido por su tiempo, murió en una prisión de San Fernándo de Cádiz tras ser entregado por Bolívar y otros independentistas por haber capitulado con Monteverde en un acto de desesperación.
Murió en la cárcel. Sus restos nunca fueron hallados; sus palabras sí, y dan sentido a la palabra patria alrededor del mundo.




sábado, 10 de enero de 2015

155 AÑOS DE LA SIEMBRA DEL GENERAL EZEQUIEL ZAMORA

155 AÑOS DE LA SIEMBRA DEL GENERAL DEL PUEBLO SOBERANO EZEQUIEL ZAMORA

Dentro de la memoria del pueblo venezolano siempre se ha recordado a Ezequiel Zamora, quien queda en la historia como un gran revolucionario, valiente y con mucho ímpetu. Zamora simboliza, como ningún otro prócer de nuestro país, la igualdad social y la insurrección armada para lograr esa igualdad, esa justicia entre todos los venezolanos. Ezequiel Zamora, es el gran líder y caudillo que impulsó la democracia de nuestro país y el trato justo hacia toda la clase humilde y campesina del pueblo venezolano.


El caso del General Ezequiel Zamora es muy emblemático. Hay que verlos desde dos aspectos diametralmente opuestos: primero como luchador social y luego como militar en acción. Nace Zamora en Cúa, Edo. Miranda, el 1ro de febrero de 1817. Era hijo de Alejandro Zamora y de Paula Correa. Recibe rudimentaria instrucción en una zona rural, aún convulsionada por los estragos de la guerra de independencia. Los estudios primarios los finaliza en Caracas y al lado de su cuñado, el alsaciano Juan Caspers, se entera sobre la situación política en Europa, lo cual en cierta forma, marcarán su destino futuro. Es el abogado José Manuel García, vinculado a su familia, quien le inculca conocimientos sobre filosofía, historia universal, fundamentos de derecho romano y los principios de igualdad y de la necesidad de implantarlos en Venezuela. Pronto, Zamora se establece en Villa de Cura, Aragua, y funda una tienda de víveres. El éxito le acompaña y expande su comercio en lo relativo al menudeo de reses, caballos y productos agrícolas, en las localidades de Cúa, San Francisco, San Juan, San José, El Pao, Calabozo y el Apure.


La situación política del país es alarmante. Hay enfrentamientos entre los descontentos y el gobierno, cuyo malestar junta las voluntades refractarias en un movimiento de oposición frontal. Se funda el Partido Liberal y aparece el periódico “El Venezolano” en 1840. El Gral. José Antonio Páez es la cabeza del sector oficial y el Lic. Antonio Leocadio Guzmán se convierte en el jefe opositor. Desde la fundación del partido Liberal, Ezequiel Zamora se convierte en dirigente regional y en lector asiduo del periódico opositor. La gente le sigue y le escucha, aunque su discurso es un tanto distinto al de los voceros liberales. Su lenguaje es más llano y agrega sus ideas sobre la injusticia predominante, la mala distribución de la tierra y la explotación del pueblo por los “godos”. Los campesinos que en esa zona sienten los problemas de la tierra y el latifundio, ven en Zamora a un nuevo líder. En el año 1843 se profundiza la crisis económica. Para las elecciones de 1846, Zamora, jefe del liberalismo en la región,  se presenta como candidato a elector por el Cantón de Villa de Cura, pero su nominación es objetada por procedimientos que él y sus partidarios tildan de ilegales.

Un episodio marcará su destino. La situación nacional sigue extremadamente tensa. El Gral. Páez y el Lic. Antonio Leocadio Guzmán pautan una entrevista en la ciudad de La Victoria. Guzmán nombre entre su comitiva a Ezequiel Zamora. La reunión no se llega a realizar debido a alzamientos espontáneos de campesinos en la región central. Zamora llama inmediatamente a “hacer la guerra a los godos”, en beneficio de los pobres.  Páez fue nombrado comandante del Ejército. Zamora se levanta en armas en la población de Guamdra, el 7 de septiembre de 1846, en lo que se llamó la Revolución Popular. Poco a poco los jefes locales comienzan a reconocer su jefatura y comienzan a llamar a Zamora “el General del Pueblo Soberano”. Con un ejército de campesinos, con jefes campesinos, analfabetas, Zamora comienza a combatir en defensa de los desposeídos. 


Después de varias acciones bélicas, es capturado el 26 de marzo de 1847 y puesto a disposición del  Juez de Primera Instancia, en Villa de Cura. Cuatro meses después un tribunal lo condena a muerte, pero logra fugarse de la cárcel. Luego, el Presidente Gral. José Tadeo Monagas le conmuta la pena de muerte y lo coloca a su servicio en el batallón de Villa de Cura. Poco a poco inicia su carrera militar, ya en forma oficial. En 1848-1849 combate fuertemente el alzamiento del Gral. José Antonio Páez, en las localidades de Barinas, Quisiro, Cabimas y San Carlos, demostrando su valor y talento militar. Posteriormente ocupó las guarniciones de Maracaibo, Ciudad Bolívar, Barcelona y Cumaná. En 1854 es ascendido al grado de General de Brigada y dos años después se casa con Estafanía Falcón, viuda de un propietario extranjero y hermana del General Juan Crisóstomo Falcón. Zamora se retira del servicio activo y se dedica a las labores en la finca de su esposa, en la provincia de Coro.

Al estallido de la Revolución de Marzo en 1858, retorna a la vida pública siendo perseguido, al igual que los otros jefes liberales. Es condenado al exilio. En Curazao fomenta clubes subversivos  y establece contacto con otros sectores subversivos de occidente, mientras su cuñado, el Gral. Falcón, también expulsado del país, hace lo mismo en Saint Thomas, siendo reconocido como Jefe de la próxima revolución. Al estallido de la Revolución Federal en Coro, el 20 de febrero de 1859, Ezequiel Zamora, inconsultamente, invade el país por la Vela de Coro el 23 de febrero, denominándose Jefe de Operaciones. Hace que Coro se constituya en Estado federal y comienza una campaña exitoso que va adquiriendo adeptos a lo largo de todas las regiones por él tomadas en combate: El Palito, San Felipe, Yaritagua, Cabudare, mientras los jefes militares del gobierno lo persiguen, pero sin presentarle batalla formal. Sigue su marcha hacia Portuguesa y luego captura Guanare. En todas las capitales de provincia promueve la formación de Estados. Unidas sus fuerzas con las del Gral. Juan Crisóstomo Falcón, quien había desembarcado en el mes de julio de 1859,el 10 de diciembre de 1859 obtiene un rotundo éxito en la Batalla de Santa Inés donde destroza al ejército del gobierno, al mando del Gral. Pedro Ramos. Después de esta batalla, el “Valiente Ciudadano” (otro título concedido a Zamora), toma rumbo hacia el centro del país. Sus planes eran llegar hasta Caracas y conmemorar el primer aniversario de la revolución con el triunfo total. A su paso por San Carlos, en el combate escenificado en dicha población el 10 de enero de 1960, recibe un balazo en la cabeza que le produce la muerte. Su muerte cambia totalmente el curso de los acontecimientos. Zamora era el estratega, el hombre pensante. 


La Guerra Federal continuaría por cuatro años más, en una serie de fracasos y triunfos posteriores. Pero, queda la pregunta: ¿Quién mató a Zamora?. Han surgido muchas conjeturas. La única versión oficial que existe fue la que dió el entonces coronel Antonio Guzmán Blanco, quien se encontraba a su lado, además del Gral. Pablo Piña. Todas las conjeturas, desde la conspiración, el asesinato, una bala perdida, etc. no pasan ningún análisis concreto. El cadáver fue enterrado en secreto por la madrugada y se mantuvo un silencio absoluto para evitar que la tropa se desmoralizara.













Los posibles restos del Gral. Ezequiel Zamora reposan en el Panteón Nacional desde 1872

jueves, 8 de enero de 2015

Inscríbete y participa desde el 13 hasta el 17 de febrero

La Alcaldía Bolivariana del municipio Carache, conjuntamente con el Instituto Municipal para la Cultura invitan a toda la comunidad en general a participar en el Carnaval de Carache 2015, formaliza tu inscripción en la sede del Complejo Cultural Karachy o comunícate con nosotros a través de los números de Teléfonos: 0272-9991352 / 0416 5718222  o escríbenos a nuestro e-mail: culturacarache@gmail.com, y garantiza tu participación.


Inscríbete y participa desde el 13 hasta el 17 de febrero

miércoles, 7 de enero de 2015

25 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL MAESTRO JOSE JUAN RODRIGUEZ QUEVEDO

25 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL MAESTRO 

JOSE JUAN RODRIGUEZ QUEVEDO


 Nació el 19 de mayo de 1897, en el pueblo de Carache; fueron sus padres Abelardo Rodríguez y Zoila Quevedo de Rodríguez, tuvo siete hermanos; su padre fue un cultivador de las artes asociadas al quehacer religioso de su pueblo, en la confección de esculturas y pinturas para el templo; es por eso que sus primeros pasos por la vida, fueron dentro de un taller de artes, donde aprendió las primera letras y no tuvo otro maestro después de su padre, los libros continuaron guiándolo por los caminos del arte, la belleza y la cultura. Luego al arribar los siete años bocetaba los pordioseros que deambulaban por las calles de su pueblo, las primeras pinturas estuvieron ligadas al aspecto religioso, por los múltiples encargos procedentes de los templos; en la Casa Parroquial de Carache se conserva el Bautismo de Cristo pintado por José Juan entre los años de 1914 y 1920, se dedicó a la pintura de decoración como ayudante del artista italiano Don Luis Fontana, entre las obras de este tipo aún se conservan en la población de Chejende y Cuicas algunas casas decoradas por él. El 26 de noviembre de 1920, fue inaugurada una estatua del Libertador realizada por este artista y la cual perduró en la Plaza de Carache hasta 1938. En 1926 se traslada a Caracas, con el deseo de conocer las obras de Tovar y Tovar, Michelena y Cristóbal Rojas. Para esa fecha, Tito Salas decoraba la Casa Natal del Libertador, sitio donde José Juan tuvo la oportunidad de apreciar de cerca su técnica y manera de pintar. Al regresar a Trujillo continúa pintando, pero ahora se adentra por nuevos caminos, como fue el de la docencia que ejerció con mucha dedicación y tesón hasta el momento de su jubilación en mayo de 1967. En el año de 1929 contrae matrimonio con su prima Josefa Griselda Falcón, del cual nacieron cinco hijos: Abelardo, Gerardo, José Juan, Carmen Josefina y Joaquín. Continuó pintando prefiriendo los cuadros de Bolívar y sus hazañas, prueba de esto las vemos en el Salón de Sesiones de la Alcaldía de Carache, donde decoró las paredes con cuadros alusivos a la gesta libertadora. Vivió en Mirinday gran parte de su vida. En 1977 siendo la ciudadana Mariana de Arrieche, Presidente del Concejo Municipal de Carache, fue nombrada “Hijo Ilustre” y condecorada con una serie de galardones. Ocupó el cargo de Presidente del Ateneo de Carache, desde su fundación hasta el momento de su muerte, igualmente el de Cronista de la Ciudad. José Juan Rodríguez Quevedo fue pintor, escultor, carpintero y muere en Carache el 07 de enero de 1990 a la edad de 92 años.
José Juan Rodríguez 

Su nombre José Juan Rodríguez, cuyos cuadros de pintura circuló y están en casi toda Venezuela. También hay en el exterior, y son el orgullo del Concejo Municipal del Municipio Carache, pues quien venga aquí y no contemple esas obras de arte, “no está en nada”, como dice la nueva ola.

Vivió a una cuadra de la plaza Bolívar de Carache, de ese lugar por el que tanto siente, y que la inspira tantas cosas, plasmadas en sus lienzos, vertidos en la más pura realidad y con temas actualizados.
“Lo que paso se queda, dice, y por eso hay que interpretarlo para no estar haciendo cosas



 Imaginarias. “José Juan Rodríguez
José Juan Rodríguez, uno de los más preclaros valores trujillanos en el arte de la pintura, es un fiel heredero del talento de su padre, un cultivador de las artes asociadas al quehacer religioso de su pueblo en la confección de esculturas y pinturas para el templo.

Le visitamos en su casa para conversar un poco con él. Nos dice que está en convalecencia, luego de serios quebrantos de salud, de los que, por lo visto salió victorioso, así como salió del sarampión cuando estaba chiquito.

Libros y papeles colocados en forma desordenada en todas partes, pero que él les conocía su sitio y no tiene que buscar mucho. Un viejo escrito con una máquina de escribir de las primeras que salieron, casi tapadas de periódicos, y un piso de ladrillo y algunos de sus cuadros, son testigos mudos de la vida de éste orgullo trujillano.

Entre los viejos papeles de Juan Rodríguez guarde de encuentran boceto de imágenes religiosas hechas por su padre, Don Abelardo Rodríguez, quien lo guio por el camino del arte, la belleza y la cultura, en un taller donde se hacía de todo.
Soy paisajista, afirmaba, aunque reconocía que lo que más pintó son imágenes religiosas, por los múltiples encargos que le hacen curas de las diversas parroquias.
Ya uno sin querer va buscando la tierra, expresa, pero todavía aspiro a hacer muchas cosas más jubilado de la docencia, la que ejerció con mucha dedicación y tesón, el artista recomienda a la nueva generación de pintores que actualicen el mensaje que plasman en un lienzo.
Es lamentable, expresa pero hay algunas cosas demasiado fuera de la realidad, que solo el pintor las entiende, pensando quizás que el público tiene que adivinarle lo que quiere decir.
Para el entrevistado eso no debe ser, pues el pintor como el periodista, tiene que expresar la realidad de un hecho.

Recuerda que su primera la hizo a la edad de siete años con una “María Auxiliadora”, para la iglesia de Santa Ana, luego siguió con sus cuadros y esculturas, que hoy son mostrados con orgullo en el lugar donde se encuentren.

Esta agradecido del pueblo Trujillano, que si ha reconocido su actividad a través de diversas instituciones y organismos que le han hecho entrega de placas de reconocimiento, las cuales tiene guardadas en un viejo baúl.
Además, afirmó, los organismos oficiales siempre me han tomado en cuenta, pero que en mi caso no tengo por qué pasarlo desapercibido.
Cuando el general López Contreras, presidente de la Republica, para aquel entonces, le negó al pueblo de Carache una escultura del padre de la patria, para ser colocada en la plaza Bolívar, José Rodríguez, no lo pensó dos veces para hacerla y colocarla en ese parque, donde permaneció hasta que la comunidad reunió para adquirir una de bronce, pues la hecha por el artista era de barro quemado.

La plaza Bolívar no tenía su escultura, y para la celebración del armisticio, José Juan Rodríguez propuso su donación, y aunque el presidente del consejo negó el permiso para su colocación, el presidente del Estado.
Juan Araujo, lo permitió y la obra de arte permaneció allí hasta el año 39.
Juan Rodríguez ve con satisfacción el resultado de su actividad docente.
Y es que tiene razón, pues allí está la banda musical “Juan Landaeta”, y entre sus numerosos discípulos se encuentra el actual presidente del Consejo Municipal de este pintoresco pueblo.
Como consejo a las nuevas generaciones de pintores, Juan Rodríguez, recomienda que proyecten lo nuestro, y que se actualicen en sus mensajes. Entre sus pinturas vemos a varios cupidos, entre ellos, uno que somete a un león y lo hace llorar.

Esa es la fuerza del amor, dice, que como usted sabe domina al más pintado.
¿Indica con sus cupidos estar enamorado?
Siempre lo he estado pues quien en la vida no viva enamorado, tiene el espíritu muerto. Un cupido refleja la espiritualidad, agregó.
Para José Juan Rodríguez el claroscuro es su predilección, mientras que al impresionismo lo califica como el “alma de lo que se está haciendo”.